Los funcionarios de salud en la República Democrática del Congo, epicentro del brote de viruela símica (mpox), enfrentan serias dificultades debido a la falta de herramientas básicas necesarias para contener y tratar el virus.
El país tiene una capacidad limitada para detectar casos justo cuando la transmisión y las manifestaciones de la enfermedad están cambiando, lo que complica la identificación de contactos y la evaluación real del brote. Además, no existe un tratamiento antiviral efectivo disponible y el sistema de salud, frágil, lucha por ofrecer atención primaria adecuada.
Desafíos en la detección y tratamiento de la Viruela Símica
La escasez de vacunas es otra preocupación, ya que el país espera iniciar una campaña para proteger a los trabajadores sanitarios y los contactos cercanos de los infectados. Jean-Jacques Muyembe-Tamfum, director del Instituto Nacional de Investigaciones Biomédicas (INRB), comentó que, aunque la OMS declaró la emergencia en 2022, el interés internacional disminuyó rápidamente, dejando al Congo con un aumento constante de casos.
Un nuevo subtipo del virus, conocido como clado 1b, está propagándose a través del contacto sexual y cercano, presentando lesiones en los genitales y complicando la detección debido al estigma social. Sólo el 30% de los casos sospechosos han sido confirmados mediante pruebas moleculares, y la capacidad de realizar pruebas PCR sigue siendo limitada, con solo seis laboratorios disponibles en un país del tamaño de Europa Occidental.
El costo de las pruebas es elevado, y las muestras a menudo deben viajar durante días para ser procesadas. La ausencia de una prueba rápida y efectiva, junto con la falta de tratamiento antiviral, como el tecovirimat, agrava la situación. A pesar de los ensayos clínicos en marcha, los resultados hasta ahora han sido desalentadores.
Las clínicas locales luchan por brindar la atención compleja que necesitan los pacientes, incluidos analgésicos, antibióticos y soporte nutricional. Los niños, en particular, son vulnerables debido a problemas de salud subyacentes como la desnutrición y la malaria.
Aunque se han autorizado vacunas contra la viruela en países de altos ingresos, la República Democrática del Congo aún no ha recibido suficientes dosis. La burocracia ha retrasado la compra y distribución de vacunas adicionales a través de Gavi y UNICEF, lo que deja a la población en riesgo mientras los casos siguen aumentando.